Escribo antes de finalizar la Jornada de Huelga General, a una hora en que la convocatoria ya ha sido un éxito, no sólo como convocatoria laboral sino especialmente como una lección de ciudadanía. Algunos deberían tomar nota para enterarse en dónde está la responsabilidad.
La experiencia de vivir esta convocatoria de huelga general, ha sido muy rica porque la puedo analizar desde muy diversas perspectivas. Como hay que empezar por alguna, lo voy a hacer desde la perspectiva de interacción con mis compañeros/as de trabajo. Lo primero que me ha llamado la atención es la falta de discusión. Hemos discutido muy poco. Y lo lamento. Creo que es un déficit y que merece un análisis más profundo. Y creo que a pesar de que las personas tenemos a nuestra disposición toda la información que deseemos, aún hay muchas que no nos hemos leído la Reforma Laboral.
Sin embargo, a lo largo de esta semana e incluso esta mañana del 29M, en la que estuvimos a la entrada del Departament informando a nuestros compañeros/as, se han acercado para decirnos el por qué no hacían huelga. Dijeron muchos motivos, desde los clásicos, de “no me lo puedo permitir”, hasta el “no va conmigo”. Me gustaría centrarme en uno de ellos, que me parece especialmente curioso por el mecanismo que subyace y respecto al que creo que puedo aportar algo. Diría así:
- estoy de acuerdo con la huelga, estoy en contra de la Reforma laboral y la regresión social que está provocando este Gobierno, el del PP y el de CiU, pero voy a trabajar porque estoy enfadado con los sindicatos.
Entiendo que lo hacen para castigar a los sindicatos y que la huelga no triunfe. Y si la huelga fracasa seguro que lo consiguen, pero sucede que, básicamente, se castigan ellos mismos. Sin entrar en el hecho de que unos sindicatos débiles siempre implicará un debilitamiento de todos los trabajadores, la cuestión es que el triunfo y posterior aplicación de la Reforma Laboral y otras leyes regresivas, nos va a perjudicar personalmente. Es como cuando en las elecciones algunas personas decían que votarían al PP para castigar al Gobierno socialista del PSOE. Y sí, lo castigaron, pero básicamente se castigaron a si mismos. Y ahora lo podemos ver claramente.
Pero lo que quería decir, es que esta actitud de “hacer algo a favor o en contra de” se refiere a algo exterior a mí. El eje no soy yo sino el otro, sea quién sea este otro: el partido, el sindicato, mi papá, mi mamá, mi jefe…, respecto al cuál yo estoy a favor o en contra, me rebelo o me someto.
La analogía que se me viene a la cabeza, son los burros en las norias. Pueden ir a favor o en contra del movimiento de la noria, pero el eje siempre será la noria y en este sentido es igual que vayan en uno u otro movimiento. Siempre bailarán al son de la noria y por tanto, siempre irán en contra suyo, en contra de su propio deseo, sea cuál sea éste. Habitualmente ni siquiera nos damos cuenta de este mecanismo.
Es una actitud necesaria en los adolescentes para que puedan atravesar una época en la que necesitan separarse, diferenciarse y encontrar su propio camino, fuera de la noria en la que giran durante la infancia. Pero en la madurez ya no sirve.
Este post lo dedico con cariño a S. por haberme permitido compartir estas reflexiones, por haberme dicho que le habían servido y por haberme dado la idea de que merecía la pena compartirlas.
Olga
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